Publicat dins: Articles - 09/11/2007
La aparición en la escena pública de la LSD a mediados de la década de 1960 en Estados Unidos fue, sin duda, el acontecimiento más relevante de la contracultura de aquellos años. Representó un revulsivo contra los valores de la sociedad establecida, actuando como detonante del cambio de conciencia de un segmento significativo de los jóvenes de la época.
Fenómeno de origen anglosajón, Counter culture debería traducirse más literalmente por “cultura alternativa”, pues su intención no es tanto combatir la cultura domiginnante como salirse de ella. Una cultura marginal, integrada por personas que viven fuera de las normas establecidas.
La primera manifestación popular de esta cultura alternativa fue el movimiento hippy, que alcanzó su clímax el año 1967 en San Francisco, con el llamado “Verano del amor”, con ocupaciones masivas de parques públicos para hacer recitales de poesía, música, comidas fraternales, fumar hierba, tomar ácido, practicar meditación o hacer el amor.
Esta eclosión pública del hippismo supuso, en parte, su banalización y su integración como moda vaciada de contenido. A partir de entonces, sus herederos, resueltos a no dejarse integrar, se autodenominarán Freaks, que podría traducirse como “bichos raros”.
El freak, como el hippy y el beatnik, sus precursores ideológicos, no lucha por la transformación económica y social como otras corrientes de su época, sino por la transformación personal. Las batallas que ha de librar están en el interior de sí mismo.
El interés por el mundo interior como reacción contra una modernidad alienante fue uno de los ejes principales de la contracultura de los años 60 y 70. Dos factores fueron determinantes en este interés, ambos fundamentales en la elaboración y difusión de la cultura freak: la divulgación de las tradiciones filosóficas de Oriente (budismo, hinduismo y taoísmo) iniciada por el movimiento beatnik en los años 50 y la aparición en escena de dos sustancias alucinógenas: el cannabis (marihuana o hashish) y muy especialmente la LSD (dietalimida de ácido lisérgico).
Aunque su auge entre los jóvenes comenzó a finales de los 60, el movimiento beatnik ya había elevado la marihuana a la categoría de inductora de estados místicos; el poeta Allen Ginsberg la bautizó como “hierba sagrada”.
Sin embargo, la LSD es un fenómeno totalmente nuevo. Conocida entre los freaks como ácido o trip (viaje), su círculo de usuarios es más restringido y en cierta manera más hermético. No es propiamente una droga, en el sentido corriente del término; no produce adicción, ni tolerancia, ni síndrome de abstinencia, pero sus efectos psíquicos son muy fuertes. Es un poderoso agente de introspección, un viaje que permite explorar el territorio más incógnito: la propia mente.
Sintetizada en 1938 por Albert Hoffman, sus efectos psíquicos no se descubrieron hasta 1943, cuando éste, análizando la substancia, la rozó accidentalmente, bastando ésta ingestión cutánea para convertirlo en el primer viajero con LSD de la historia.
Durante los años siguientes la LSD se usó con éxito en tratamientos e investigaciones psiquiátricas, muchas personas lo utilizaron en procesos terapéuticos, entre ellas conocidos actores de Hollywood como Gary Grant o James Coburn. Pero el hombre que abriría la caja de Pandora de la LSD fue el psicólogo Timothy Leary, profesor de psicoterapia de la universidad de Harvard.
En 1962 empezó a organizar sesiones de LSD con grupos de estudiantes voluntarios, para después compartir las experiencias y debatir sobre ellas. Los estudiantes que asistían a las clases prácticas del doctor Leary eran cada vez más numerosos, una corriente de entusiasmo recorrió el campus. Se hablaba de revolución interior, de política del éxtasis, la euforia amenazaba con contagiar a otras universidades del país. Las autoridades se alarmaron, presionaron a la universidad y ésta canceló el proyecto. Leary continuó sus actividades desde una fundación privada, pero en 1965 la policía clausuró el centro, le encarceló y se prohibió la LSD, incluyéndola en el grupo de drogas estupefacientes, como había pasado años antes con la marihuana, acabando así con las investigaciones y los usos psicoterapéuticos.
Promocionada por el escándalo y prestigiada por su prohibición, la LSD salta a la escena de los jóvenes y se extiende como la pólvora, muchos querrán realizar el “viaje”, la mayoría sin la más mínima preparación. A partir de entonces el ácido se fabricará en laboratorios clandestinos, sin ningún control por parte del usuario sobre la calidad, pureza, estado de conservación, dosificación, etc.
Inevitablemente, el trip se convertirá en el sacramento de un nuevo culto pagano y en el eje vertebrador de su proceso iniciático.
Este nuevo culto entra en Europa primero por los países de tradición protestante, más afines a la onda americana, y su meca fue Amsterdam que significó para los freaks lo que París para los contestatarios políticos.
Cada país tuvo su versión local; aquí se conoció como “El Rollo”. El Rollo fue un conjunto de tribus muy heterogéneas que participaban en mayor o menor grado de la filosofía freak. En Cataluña, aunque hubo grupos sueltos desde 1968, no podemos hablar de un movimiento con suficiente quórum, hasta 1971. El “Festival de Música de Granollers”, ese mismo año, con 10.000 asistentes supuso la primera manifestación masiva del Rollo catalán y el principio de su extensión (cuatro años después el “Canet Rock”, acogerá a 40.000 personas).
Para la gente del Rollo antes, después, o junto a las nuevas drogas estaba la música. La música compartía con los alucinógenos el ser una experiencia no verbal. Bajo los efectos del cannabis y no digamos de la LSD es difícil, a veces imposible, articular un discurso verbal e incluso seguirlo, por el contrario hacer y sobre todo escuchar música es un placer que se adecua a la perfección al estado producido por estas sustancias.
Pero lo mas esencial del Rollo no fueron sus manifestaciones externas, sino internas; los cambios producidos en la conciencia única de cada individuo.
En este sentido el Rollo fue una corriente iniciática que afectó transversalmente la sociedad de su época. Los iniciados se reconocían entre sí.
En él podemos detectar características de todo proceso iniciático, como el nuevo nombre o mote que da la comunidad de iniciados al nuevo adepto, al “renacido”, nacido por segunda vez a partir de su experiencia interior.
Como la vestimenta, es decir los hábitos propios del iniciado. Hábitos dentro de una gama muy amplia, puesto que lo esencial era ir contra la uniformización, que se daba en otros ámbitos de identidad más cerrada, donde, la elección de una prenda u otra podía desestructurar el uniforme. En el Rollo esto no era así, dado que el modelo a seguir era la expresión de la propia personalidad.
No se trataba de seguir un patrón ajeno sino de buscar uno propio, vivir la propia aventura. No era más importante el que viajaba a Katmandú que el que no se movía de su barrio, porque la experiencia interior es la que da sentido y altura a la propia vida. El auténtico viaje es un proceso de conocimiento que lleva hacia uno mismo, hacia la propia singularidad.
Y el principal detonante de ese proceso fue el trip, el viaje al más allá interior que permite atisbar el cielo y el infierno que hay en cada uno de nosotros.
Las drogas ilegales son todavía un tema tabú y un verdadero problema social, pero al margen del juicio que hagamos hoy de ellas, no podremos encarar la historia de esa época, con un mínimo de rigor, sin tenerlas en cuenta.
Al final de la década, aparecieron nuevas drogas en escena: cocaína, heroína; movían mucho dinero, su público potencial es mayor y son tremendamente adictivas. Hicieron estragos entre las gentes del Rollo. Se acababa la fiesta y empezaba la resaca. Unos supieron encontrar el camino de regreso y aplicar lo que habían aprendido, otros se perderían irremediablemente.
La misma búsqueda de singularidad, que los llevo a marginarse, los llevaba ahora hacia la autodestrucción; “me destruyo para saber que soy yo y no todos ellos”, como diría Artaud.
Al fin y al cabo la prohibición situó todas las drogas en un mismo plano, jugando una mala pasada a muchos buscadores bienintencionados de un mundo mejor en el interior de si mismos. Y es que determinadas drogas no están prohibidas porque sean peligrosas, sino que son peligrosas porque están prohibidas.
Martí Sans
(Publicado originalmente en un número especial de la revista Ulises con motivo del centenario de Hoffman, enero 2006.)
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9 comentaris
Timothy Leary que estàs al cel
2 de desembre 2007, 01:34 AM
1Algú va dir que el millor descubriment cientific del segle XX va ser el LSD. Aquest article d’en Marti Sans sintetitza en poques paraules el fenomén lisergic lligat a la contracultura de forma precisa i coherent.
Encara no l’has llegit ?
Gero
Eva
12 d’abril 2008, 03:08 PM
2Aquesta tarde, inspirada per la lectura d’aquest article, he anat correns a agafar de nou els llibres “El camino de Eleusis” i “L.S.D.,S.T.P.,¿...Y ?”
que formen part dels meus llibres de capçalera de nit, (dic) i agafo esporàdicament quan tinc ganes de sortir de la rutina i fer un viatge intern i tranquil. Son un llarg viatge.
Tot seguit agafo el vídeo de la entrevista que va fer Sánchez Dragó a Albert Hofmann en el seu programa “El mundo por montera” (crec) amb altres convidats que segur coneixeu bé. M’he quedat adormida quasi arribant al final del viatge, i el que més recordo de nou és el que esmenta Hofmann; que la L.S.D. no és una droga com les altres, no crea adicció, però pot produïr un xoc terrible. Per aquest motiu ja a Eleusis es feien les grans cerimònies, i els indis només les prenen “de màns dels curanderos” en llocs especials, recollits, que conviden al viatge interior. Lo dolent va ser que als setantes la L.S.D. es va fabricar en laboratoris clandestíns sense tenir idea del que era, es va vendre de qualsevol manera pels carrers i es va consumir de manera arbitraria en qualsevol lloc sense cap tipus de cerimònia ni lloc adient; temple. (El que ja ve a dir Martí en el seu escrit)
Altre comentari que recordo és la “impressió profunda” que li va fer a Hofmann la personalitat d’Aldous Huxley, com es van trobar i li va explicar que preparava el seu llibre “Island” on parla de la “moksha”, aquesta droga que utilitza aquesta cultura utópica, i que son les seves experiències reals amb L.S.D, comentant amb alegria la dedicatòria que li va fer en el llibre quan el va acabar i li va regalar: “Al Doctor Hofmann, al descubridor original de la moksha”. Deia Huxley que aquesta droga s’havia de fer servir bàsicament en tres moments claus de la vida; en el canvi de la infantesa a la pubertat, en la crisi de la mitjana edat, i en el trànsit abans de la mort. Així va demanar Huxley a la seva dona per escrit, quan era al llit sense poguer parlar a prop de la mort, que li donés 0,1 mg, d’LSD i M, la dosi exacte per acompanyar.lo en el trànsit, i va morir en pau.
Altre comentari, (que de diferents formes venen a dir Fernando Sabater i Lluïs Racionero) és, la obertura d’una petita vàlvula que tením a la consciència per a filtrar tot el que ens arriba de l’exterior, (forma metafòrica de Huxley) i la L.S.D. provoca el mateix que pot provocar l’Art; l’obertura d’aquesta vàlvula, i el primer son les emocións, sensacións, veient el que sense aquestes substàncies no som capaços. Però aquestes substàncies ja les tením en el cervell, no fem més que alimentar.les per a poguer percebre el que normalment no podem.
No vull enrotllar-me, però em pregunto si no van ser aquestes emocións, la gran revolució també de l’home, ara sí, “l’home”, en els setantes, el despertar de les emocións, aflorar la sensibilitat, justament. D’aquí que per primera vegada homes i dones estiguessim lliurament junts sense maridatge ni parentesc, i la dona comsiderava a l’home igual, germà, com élls a nosaltres. Era bonic.
Però aquest és altre tema i crec que hauré d’anar a la plana de Marta “¿Dónde estamos las mujeres?”
Al despertar d’aquest petit viatge trobo a la pantalla al Manolo Escobar discutint amb un guardia civil i un taxista si “el Tajo pasa por Salamanca”
i el taxista li diu al guardia civil que “no haga caso, ya sabe que estos de hoy día están locos, toman toda clase de drogas en cualquier parte”.
He fet una bona riallada. Crec que en això se li diu “serendipia”, ¿no?
I penso si potser no ens ha faltat sentit de l’humor… o potser és ara que ens falta? Altre tema a parlar potser.
Ja no puc evitar posar la reflexió que sempre faig, la vida és matèria i esperit, hi han d’anar equilibrats, la matèria ha prés massa ascendent des de les armes, (segles) tecnología inclosa, les armes d’avui dia. I deia Huxley que la única manera de possar al mateix nivell l’esperit era fent un salt a través de les drogues…
“AL ZEN POR LA L.S.D.
¿Quién puede negarlo?
En sueños tienta al cuerpo,
en mente hace el milagro,
acongoja en la imaginación,
hasta nacer en lo humano”
A.G.
Eva
30 d’abril 2008, 02:17 PM
3Doncs el gran descobridor de la LSD, justament, tot parlant d’ell, acaba de morir fa unes hores, Albert Hofmann, als 102 anys… *11 de gener 1906 *29 d’abril de 2008
http://www.lagaceta.com.ar/nota/269586/Informacion_General/los_102_a%C3%B1os_murio_descubridor_LSD_Albert_Hofmann.html
S’haurà pres la seva radera dosi per anar en pau i feliç al seu paradís
Així sigui!!
Eva
30 d’abril 2008, 02:33 PM
4Adjunto aquesta fotografia de Hofman de fa només dos anys, 2006, quan va fer els seus 100 anyets.
Son aquests rostres transparents de mirada i somriure transparent, nítid, seré, traspuant saviesa i entusiasme com un nen… envejable.
Si fos pintora del renaixement l’agafaria com a model per a fer tots els rostres bíblics d’apòstols i àngels. Segur que Miquel Àngel o Rafael cercaven aquesta expressió de “prístina belleza”, que dirien els clàssics
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/4/4e/Albert_Hofmann.jpg
I el seu somriure etern
Lucy
17 de febrer 2009, 07:32 AM
5a les nostres terres actualment els cartrons tenen un baix contingut en micrograms. res d’aquests 300 que parleu vosaltres dels seixanta. Amsterdam
ddaa
5 de gener 2010, 11:48 AM
6La transcripción del programa de Sánchez Dragó con Hofmann como invitado de honor
http://www.imaginaria.org/entr_hof.htm
jordi t
29 de desembre 2020, 05:21 PM
7Un preciós documental (en anglès, sorry!) sobre la intensa relació i profunda amistat entre Ram Dass i Timothy Leary —- Dying To Know Ram Dass & Timothy Leary
Canti Casanovas
30 de desembre 2020, 01:33 PM
8Gràcies Jordi t
felipe borrallo
2 de març 2021, 11:48 AM
9Albert Hofmann estuvo en Makoki. Subió a la ARSEC y estuvo charlando un rato. Fericglà, que fue quien lo trajo, y Jaume Torrent, traducían…
El buen rollo que dejó entre los que estábamos allí, nos duró varios días… Había venido a la Jornadas de Fericglà en el IMIM. Tenía 93 años y quería conducir el coche de alquier! Y condujo…
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